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Un lucio muy territorial…

En Laponia hay muchos lagos en los cuales desconoces el nombre o sencillamente no lo tienen. Vas, lanzas y esperas con incertidumbre que algun pez se interese por tu artificial.  Pero hay días en los que todo parece alinearse para que la pesca se convierta en una verdadera aventura. Y uno de esos días el destino nos tenía preparado un lance a un pez especial.

Íbamos los tres, Enric, David y un servidor. Todos lanzando nuestros streamers al lago, sin más actividad que ver venir nuestras artificiales hacía nosotros y nada trás él. David iba lanzando su mosca al lago,  cada vez algo más lejos. Lances hermosos, digno de una postal de pesca. Y, de golpe, sucedió lo inesperado: un buen lucio atacó la mosca con una fiereza que nos dejó boquiabiertos. El agua estalló como si el mismísimo Neptuno hubiera decidido salir a saludar. Pero… no se clavó. El lucio, astuto, decidió que no era el momento de dejarse atrapar. Nos miramos, medio incrédulos y medio riendo por la situación. «Este se las trae», dijo David con una sonrisa pícara.

Sin perder el ánimo, David lanzó de nuevo en la zona del pique por si el pez en cuestión le daba por volver a las andadas. Y ahí estaba el lucio, como si fuera una película que se repite en cámara lenta, atacando otra vez. «¡Vamos!», exclamé desde la orilla, casi saltando de emoción. Pero otra vez, el lucio se las arregló para zafarse. Ya empezábamos a sospechar que el pez estaba jugando con nosotros, como si supiera que estábamos allí para entretenerlo y no para atraparlo. O bien era un lúcio con exceso de confianza, con mucha hambre o excesivamente territorial…

«Bueno, a la tercera va la vencida», dijo David, y lanzó por tercera vez. ¡¡Y volvió al ataque!!. Esta vez, el lucio no fue tan escurridizo. La mosca se clavó con firmeza, y comenzó una lucha digna de una película de acción. David mantenía la caña firme, trabajando al lucio con toda su destreza. El pez tiraba con fuerza, desafiando cada tirón del sedal. Estábamos al borde del éxito cuando, de repente, ¡crack! El sedal se rompió y el lucio desapareció como una sombra en el agua. Un silencio breve y desconcertante nos envolvió. «No puede ser», dijimos casi al unísono, y luego nos echamos a reír. A veces, la pesca es así: una mezcla de tensión y risas, de victorias y derrotas.

Después de esa intensa lucha, decidimos movernos un poco más tocando otros sectores que nos dieron algún otro pique y en general pequeños lucios. Pero, como buenos pescadores, nos preguntábamos si volvería a las andadas nuestro amigo lucio al que bautizamos «reno lucio». Sabíamos, bueno, queríamos creer, que el lucio seguía allí, esperando otra oportunidad. Después de una hora, volvimos a la misma zona, con la firme esperanza de que el combate aún no había terminado. David lanzó de nuevo. El silencio se apoderó del lago por unos segundos, yo solo estaba pendiente de la caña de David, ni miraba mi artificial,  hasta que, de repente, ¡otra vez el lucio! El mismo, o al menos eso pensamos. Atacó con la misma furia, pero, para nuestra sorpresa, falló de nuevo. Ya no sabíamos si reírnos o rendirnos. Pero David, con la paciencia de un monje pescador, lanzó una vez más.

Esta vez, el lucio mordió con decisión y quedó bien prendido. La caña se arqueó, el sedal vibraba, y David, concentrado, comenzó a trabajarlo con toda la maestría que le caracteriza. Yo, por supuesto, ya estaba metido en el agua con la sacadera en mano, listo para recibir ese lucio de buen porte. Fue un trabajo intenso. Finalmente pude ver como entraba en mi sacadera ¡¡lo habíamos conseguido!! un black eyes como los llaman, de buen porte, 80 centímetros de pez que todo y no ser un ejemplar extraordinario de talla, sí ofreció una pelea y lances espectaculares.

El momento fue glorioso. David sonreía como un niño con su primera caña de pescar, y yo levantando la sacadera con el lucio dentro en señal de triunfo. Lo mejor de todo es que el momento quedó grabado. Estas historias no son solo para contar entre amigos, sino para que los que compartimos esa afición de corazón nos podamos sentir en ellas. Un día de buenos piques y muchas sonrisas.

Debajo podéis ver un vídeo resumen de este lucio.

 

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Ferran

Desde pequeño he estado vinculado al río. No puedo pasar por un curso de agua sin detenerme. Escuchar el rumor de sus aguas, ver y sentir la fauna. Son muchas las sensaciones de las cuales no puedo prescindir. Con este blog busco compartir estas dos facetas. Por un lado, mi compromiso por el bienestar de los ríos. Por otro, trasladaros informaciones útiles que puedan aportaros algo interesante para practicar la pesca sin muerte o sencillamente para acercaros a dar un paseo agradable. Ferran

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