Sí, último día de pesca, pero finiquitado lleno de esperanza. Esta es la sensación que me ha quedado al salir del río.
Uno mira el calendario y casi se le encoje el corazón. Ya está ahí, último día hábil de la temporada de trucha. La verdad es que este día se me acumulan las sensaciones. Todo es mucho más intenso que el primer día de la temporada. El porqué es fácil de explicar. El primer día está todo por ver. El último día has visto mucho, sabes demasiado de tu río; posturas querenciosas, la morada de ese pez especial. Pescas diversas veces esas zona y sabes lo que hay, solo queda prestar destreza para mirar de engañar al pez. En cambio, el último día tengo una cierta sensación de desasosiego. Sé de los peligros que se les avecinan, como dirían algunos, por tierra, mar y aire. Me entristece el no poder estar ahí para hacerles de «pescador de guardería». Estos miedos son fruto, seguramente, del egoísmo que debo llevar dentro.
Son muchas horas escudriñando el río, muchos peces localizados, algunos tocados y otros tantos en los que ni tan siquiera los he podido acariciar. Estoy convencido que las hadas, brujas y duendes del río me han seguido más de un atardecer, así lo han atestiguado diversos escalofríos en la espalda. No buscan el mal, solo tienen curiosidad para saber lo qué pienso, lo que siento.
Como indicaba en el título, he finiquitado la temporada lleno de esperanza. Esperanza al poder contrastar que diversos ríos están mejor que el último año, siguen creciendo sus huéspedes. Esperanzado al cruzarme con más asiduidad con otros cofrades inoculados del elixir de la pesca sin muerte. Esperanzado al ver como se mejora en el trato a los peces. Esperanzado por este conjunto de grandes hechos.
He finalizado mi temporada en el río que me ha visto crecer, el mismo que espero me vea envejecer. El Llobregat, un río que nunca he dejado de visitar, mejor dicho, de vivir. Sus corrientes, tablas, pozas, me tienen capturado. Su influencia en mi es muy grande. Es un río cansado, torturado, pero que sigue aferrado a la vida.
Tenía claro que mi ultima sesión de pesca iba a ser en su cauce. Sería una sesión breve, pero me apetecía y deseaba aprovechar esas horas con el. Un final de temporada dentro de una de mis especiales sesiones de SPA – FLY FISHING. Muchos peces, varios en zonas conocidas, otros sobre los cuales no tenía el placer de saber de su existencia. Buenos peces, buenas lances, buenas eclosiones, buenas sensaciones. Un festival de pesca a seca.
Estoy esperanzado, mi río sigue vivo, un año más.
Un saludo y por supuesto, buena pesca…!!!
Pues menudo recuerdo te llevas de esta última jornada, parece que disfrutásteis bien. Ya estamos con la cuenta atrás todos jeje
Saludos!
Me lo pasé en grande Mario. Acabé con una cara de satisfacción que hasta yo me daba miedo 😉
Tu lo has dicho, ya queda menos para la próxima! Bonitos peces por cierto. Un saludo
pero ya ando con los nervios… 😉