Llego el momento de tomar mi particular elixir, como si de Asterix y Obelix se tratara con su pócima mágica. En mi caso no es una bebida para liarme a mamporros con las legiones romanas, aunque en el campo de visión a veces uno ve algunos candidatos que a pesar de no ser romanos… pero centrémonos en la exposición. Tampoco se trata de una bebida isotónica, aunque efectos secundarios o principales tiene, como ganas de gritar al viento lo bien que uno sé siente. La verdad, es un sentir, un equilibrio con uno mismo. En ocasiones, no todas las que pretendería un servidor, necesito hacer un «break» para hacer un proceso de descompresión neuronal. Un par de horas pueden servir aunque a veces, por un vete a saber tú, estas sesiones se alargan de forma incomprensible en plan expediente X. Sean de la duración que sean, los llamo «SPA-FLY FISHING» unas horas al más puro estilo Zen.

SPA, según algunos es el acrónimo de Salus Per Aquam, la salud por medio del agua, bueno más o menos, puñetera casualidad ¿no?. De todos modos parece que lo más certero es que se refiera a la ciudad balneario de Bélgica que se llama Spa. De todos modos, yo me quedo con el acrónimo SPA y le añado FLY FISHING, y me saco de la manga la siguiente definición «Dícese de las bondades y efectos positivos para la salud física y mental que tiene la práctica de la pesca con mosca» ¿os convence esta definición?

Los efectos de las sesiones de  «SPA-FLY FISHING» son por lo general beneficiosas. Particularmente me ocurre lo siguiente.  De golpe necesito sentarme en la ribera del río mirando al cielo, como agradeciendo a no sé quién lo bien que me siento. Otra de sus consecuencias es sentir la irremediable necesidad de mojar la cara, cabeza en el río, como si de un renovado bautizo se tratara. También me surgen de golpe la necesidad de abrazar al primero que vea, aunque, por fortuna de muchos, lo acabo haciendo con el primer árbol que encuentro. Me pregunto si será por eso que abundan más en mi las pescas en solitario, los amigos no me comprenden…

Hay quien libera la mente de forma magistral, regalándose unas sesiones de siesta adicionales que pa qué. Y sin siesta, pero solo el mero hecho de organizar el material a pié de río ya te llena de una calma muy especial.

Las sesiones de «SPA-FLY FISHING» sirven también para reorganizar de nuevo las escasas neuronas que a uno le quedan. Una sesión que a falta de música «chill-out», piedras calientes en la espalda, y masaje «t.e.r.a.p.e.u.t.i.c.o» las compensas con el rumor del río, el trinar de las aves, o los murmullos del bosque. Dicen que la cercanía, el contacto con el agua modifica los iones de nuestro cuerpo, cada vez estoy más convencido de ello. Sinceramente, con solo dos horas de sesión recargo la batería que ríase usted del conejo de Duracell. Y si la cosa se alarga, las consecuencias pos pesca pueden tornarse muy tremendas para el «psiqui». Al final del día, cuando uno se acuesta para dormir con esa cara de ¡¡por favor que feliz soy!! solo desea que el ángel de los sueños, o la musa encargada de estos saraos mentales, le regale una continuación de las buenas sensaciones.

En fin, ¡¡¡qué hacéis aquí leyendo este post!!! agarrar vuestros bártulos, ir a vuestro particular balneario SPA FLY-FISHING, hacer vuestra particular descompresión neuronal.

Buena pesca amig@s!!! ah, y si creéis que sí, que estamos de acuerdo en lo escrito en este post, darle al Me gusta

P.D. Si encima pescas algo durante ese rato, ya sabéis aquello de si encima de participar…

Autor: Ferran Llargués