El pasado domingo decidimos ir a por carpas. Una nueva incursión en el mundo de las «escamas doradas» como muy bien define el amigo y blogero Jorge Colás.

Estamos en un momento de mucha actividad; carpas hociqueando, otras navegando y finalmente aquellas que nadan en grupos enfrascadas en sus «affaires sexuales». De hecho, solo llegar, al bajar del coche ya pudimos escuchar y ver los líos amorosos. La freza ya está ahí y ellas están por lo que están, enfaenadas en su quehacer.

Encontramos un río lleno de oportunidades para un pescador a mosca; aguas más bien limpias, exceptuando los puntos de levantamiento de lodos por parte de esos moto-cultores del río, y carpas por doquier, aunque mayormente concentradas en cabeceras de poza y partes finales de éstas.

Ante el panorama de peces y éstos en diversos «modos de actividad» centramos la pesca en las carpas que estaban hociqueando y aquellas que parecían que estaban más atentas.

Tardamos más bien poco en clavar la primera, la cual se soltó a los pocos segundos. Tras marrar esta primera localicé la segunda que venía presta hacía mí. Un muy buen ejemplar. Le tiré la wolly bugger delante de su morro, espere un segundo, la moví con pequeño movimientos y… reacción inmediata, absorción a propulsión, cachete y carrera…!!!. Estos peces son fuertes, su carrera firme la sientes en todo el brazo. Vuelves a utilizar el freno del carrete, ves como tu caña se arquea de modo angosto, todo pasa a modo «tensión». Estos peces te dan buena lucha. Una vez en la mano, mejor dicho, en las manos, te das cuenta de la estructura de combate que tienen. Esta no quiso se fotografiada, fue cogerla para hacer la foto y me metió un coletazo para irse como un cohete al agua, ésta no quería publi-reportage.

Y llego la hora de Rafa. Tenías ganas, muchas ganas que Rafa pudiera prender su primera carpa. Así que, decidimos ir en busca de peces que nos ofrecieran más oportunidades. Y llego el momento, mejor dicho, el ansiado momento. Una gran carpa decidió pasar delante de Rafa. Con una enorme ilusión le lanzo la wolly – hecha por él, por supuesto – le dio un poco de vida a la artificial y ese portentoso pez la engulló sin miramiento. Empezó a sacar línea, y más línea del carrete. La trabajó muy bien, pero que muy bien. Finalmente consiguió acercarla hasta la orilla para poder meterla en la sacadera. 

Resumiendo, una muy buena sesión matinal de pesca en la cual pudimos tocar varios peces, más otros muchos que decidieron decir adiós con la aleta. Pero además, unas hermosas horas en las cuales pudimos ir afinando la forma de pescar a estos seres dorados.

Por cierto, pescar carpas a mosca va cogiendo adeptos. Pudimos ver dos varas más brillando en el cielo. A sus manos estaban Eloy y Arnau, dos amigos que decidieron dedicarles unas horas.

Ahora toca volver con el objetivo de conseguir pescarlas a seca, que todas salieron a la wolly. Me queda mucho por aprender.

Un saludo y por supuesto, buena pesca…!!!