Pescar en época de freza en aguas declaradas habitadas por la trucha está prohibido. Pero hay otras aguas en las cuales podemos tentar la pesca de estos salmónidos a lo largo de todo el año. Y esto, que hace unos años era más bien esporádico, hoy día cada vez es más habitual.
Llega la época de pesca en intensivos, pero también en aguas calificadas de «ciprínidos» en las cuales la trucha también convive. Algunas de estas zonas son muy próximas a las denominadas aguas salmonícolas; otras son aguas que, a pesar de estar en zona de ciprínidos han alcanzado un rango de temperatura adecuado para albergar truchas, por ejemplo, debajo de grandes embalses. Y es que sabemos que los peces y la fauna en general no entienden de fronteras. Cada una de ellas mira de colonizar territorios que se adaptan a sus requerimientos biológicos.
Des de ahora hasta el inicio de la nueva temporada, en las Redes Sociales no dejaremos de ver, día a día, fotos y vídeos de truchas pescadas en esos escenarios; sean intensivos u otras aguas. Será un sin vivir para algunos hasta que no vuelva la temporada hábil en aguas salmonícolas. Ejemplares grandes, que no viejas – de eso hablaré en otro post – aparecerán en los perfiles de amigos, conocidos o grupos de pesca. Y con ello volveremos a leer agrias disputas sobre lo oportuno o no de pescar estos peces «fuera de plaza» en la época de pre, freza y post freza. Pero ¿qué ocurre realmente? ¿Cuáles son los posibles daños? ¿Qué verdades hay al respecto? Pero antes de contestar, un breve resumen de qué ocurre en esta época tan crucial.
Las truchas resisten innumerables problemas, la mayoría causados por nosotros; canalizaciones, centrales, muros, escolleras, eliminación bosque de ribera etcétera. También depredadores de éstas, y el acoso sistemático por parte de los que practicamos la pesca. A pesar de toda esta ingente barrera de dificultades, ellas seguirán mirando de generar nuevo reclutamiento. Cuándo el rango de temperatura sea el adecuado, machos y hembras se buscarán para proceder al espectáculo de la freza anual.
Las truchas, a medida que avanza el otoño, suelen estar muy activas. Si nos acercamos al río podremos ver mucho movimiento, tanto arriba como debajo del agua. Comen, necesitan comer para su metabolismo. Ellas esperan el rango de temperatura ideal para proceder a su ciclo anual. Cuando se acerca, van experimentando un cambio importante de su cuerpo. Los huevos van madurando para ser expulsados por su orificio urogenital. Los machos tienen un comportamiento en el mismo sentido. En estos momentos de pre-freza, las truchas que se pescan y manipulan correctamente no tienen porque sufrir alteraciones severas. Cabría, dentro de las mínimas recomendaciones, no dejar los peces encima de piedras, hierba ni ninguna superficie dura, dado que puede que encontremos hembras cuyos huevos ya se han desprendido de la membrana que los protege y puede llegarse a perder la puesta. La típica imagen de un pez soltando huevos o esperma por presión no es por nada deseable.
En el río podremos ver los frezaderos, bueno, todo hay que decirlo, si se pone atención. Dependerá de nuestra postura e iluminación para poder detectarlos. Estas puestas correrán riesgos; una crecida abrupta del río, colmatación del nido por sedimentos, alteración química, también pueden verse afectados o completamente perdidos si son “pisados”.
Una vez han frezado, las truchas van recuperando de nuevo, poco a poco, su estado físico. Ahora débiles, las hembras volverán con su ciclo de desarrollo de nuevos huevos. Un proceso que dura todo el año hasta repetir la freza. Los machos, siguen un proceso similar. Por eso vemos los peces más delgados en primavera que en verano, ya que su cuerpo y la carga que tienen en él van aumentando según la maduración.
Después de lo expuesto podemos resumir cuáles son realmente las afectaciones si pescamos en esa época en la tabla 1.
Las truchas no dejan de comer. Necesitan alimentarse para recuperar un buen estado que les permita seguir luchando con todas las inclemencias y dificultades mencionadas. Por tanto, seguirán siendo vulnerables a nuestros engaños. Si no actuamos adecuadamente sí estamos perjudicando a esos peces o a las futuras generaciones y, en definitiva, a nosotros mismos.
Ferran Llargués
Texto revisado por: Enric Aparicio, Doctor en biología https://www.researchgate.net/profile/Enric_Aparicio