La llegada de la primavera induce cambios importantes en los ríos de montaña. Tras varios meses de bajas temperaturas que han ralentizado los procesos biológicos de estos ecosistemas, ahora las condiciones empiezan a ser más benignas y tanto las comunidades vegetales como las animales se aproximan hacia sus niveles máximos de crecimiento y productividad. Para las truchas, la primavera es una época de gran actividad, en la que se recuperan de las duras condiciones que han impuesto los meses más fríos del año.
Los cambios ambientales más determinantes asociados con la llegada de la primavera son el paulatino aumento de la temperatura y de las horas de luz. La temperatura es uno de los principales factores que estructuran las comunidades acuáticas mediante su influencia sobre los procesos metabólicos de los organismos. La tendencia alcista de este parámetro genera un aumento en la actividad de los organismos, pues los valores se aproximan hacia las temperaturas óptimas requeridas por los procesos fisiológicos. Paralelamente, el incremento de las horas de luz influye de forma directa sobre la tasa de fotosíntesis de las plantas acuáticas y algas, lo que genera una importante entrada de energía a la cadena trófica fluvial. Esto en el caso de que la suficiente cantidad de luz alcance el lecho fluvial. En los ríos más cerrados por la vegetación de las orillas, la luz incidente puede ser muy escasa por lo que la base energética de su cadena trófica recae en la entrada de materia vegetal externa, como las hojas y los restos leñosos que caen al cauce.
Algunos insectos que viven en los ríos se alimentan directamente de algas o plantas acuáticas, pero la gran mayoría de los invertebrados de los ríos de montaña comen materia vegetal procedente de la vegetación de las riberas. Estos invertebrados tienen una dieta trituradora, lo que hace que las densidades máximas de estos animales, especialmente plecópteros y efemerópteros, estén asociadas a los valores máximos de materia vegetal retenida en el cauce. Este máximo aparece a finales de invierno, época durante la cual se han ido acumulando las hojas y restos leñosos en el cauce, y que por las bajas temperaturas apenas han sido metabolizados por los organismos descomponedores. Durante toda la primavera las densidades de insectos en fase acuática se mantienen altas, pero la progresiva emergencia de los adultos de las distintas especies, especialmente en mayo y junio, conduce a que a principios de verano se registren las densidades más bajas de estos invertebrados. La deriva alcanza las máximas cotas a finales de primavera, asociada a la elevada densidad de invertebrados de esta época, y decrece paulatinamente a lo largo del verano y del otoño, alcanzado los valores mínimos en invierno.
Aunque la trucha no deja de alimentarse en invierno, la digestión de las presas es muy lenta, lo que impide a los peces asimilar mucha de la energía que el alimento contiene. Como resultado de ello, las truchas pierden peso y condición en invierno. La llegada de la primavera marca un punto de inflexión radical en esta tendencia, pues la mayor tasa relativa de crecimiento estacional se produce entre abril y junio en la mayoría de poblaciones de trucha de la Península.
Ante la abundancia de presas que tiene a su disposición en esta época, la trucha pasa muchas horas alimentándose activamente, siguiendo los ritmos de emergencia de las distintas especies de invertebrados. Las eclosiones son moderadas por la mañana pero se incrementan durante el día para acabar con auténticas explosiones al anochecer. En esta época se producen las eclosiones de los grandes plecópteros en los ríos más fríos y puros. La trucha no suele ser generalmente muy selectiva durante las horas centrales del día, lo cual no elimina la necesidad de una buena presentación, especialmente en los días más soleados y luminosos. Más selectiva se muestra al atardecer, cuando existen varias especies emergiendo simultáneamente. Entonces la imitación correcta es clave para conseguir un éxito consistente.
Autor: Enric Aparicio
Fotos: Joaquín Herrero y Ferran Llargués
Interesante artículo Ferran. Desde el punto de vista de la pesca es muy útil saber para los que estamos empezando, que entre abril y junio durante el dia las truchas no son tan selectivas y sí lo son al atardecer (aunque la presentación de la mosca deba ser la correcta en todos los casos)…Como siempre aportando información enriquecedora y de valor agregado!!! Gracias!!!
Se intenta aportar Martín 😉 Gracias por comentar.
Buen artículo Ferrán, yo añadiría también los tricópteros pues a partir de Abril hasta bien entrado el verano las truchas los toman de forma prioritaria en los ríos de Montaña.
Pues sí, coincido 😉