Sava Bohinja. Es repetir el nombre en casa y siento que mi caña empieza a cimbrear, no sé si por ganas de salir al río o asustada de tener que acometer luchas con los peces que albergan esas aguas. Mi cerebro empiezan a regurgitar de forma espasmódica recuerdos de ese día ¡¡qué día!!. Pero vayamos por partes, que necesito contar todo con una dosis de calma.
Nos despertamos temprano de Vila Noblesa, nuestra residencia en esos días de pesca por la zona de Tolmin (Slovenia). Un buen desayuno, una dosis de «antibiótico» (un vasito de alguna bebida espiritual, tipo orujo o similar, la verdad, no llegué a descifrar los aromas) y a buscar la estación de tren para embarcar el coche. Sí, el coche lo subimos al tren. Con ello te ahorras un montón de curvas hasta el destino elegido, pero además, te permite ver hermosos paisajes, eso sí, recordar de subir las ventanillas en los túneles a no ser que queráis oler a pescado ahumado. Yo, más feliz que un niño en un parque de atracciones, me dediqué todo el rato a gozar del momento.
El trayecto de tren nos dejó en Bohinjska Bistrica. De ahí nos dirigimos hasta Ribcev Laz, cerca del afamado lago Bohinjsko. Nada más llegar nos acercamos hasta la zona del desguace del lago. Un paisaje sublime como todo lo que se puede ver en Eslovenia. Justo debajo del lago, en el, ya río, pudimos ver un par de pescadores cimbreando sus cañas. En unos minutos les vimos sacar varios peces de porte pequeño y medio. Ese tramo está repleto de truchas, algunas de tamaños muy interesantes, al menos algunas de las que pudimos cazar a vista.
Blaz, nuestro guía nos llevó a una tienda de pesca cercana. Flyfisher’s Friend en Bohinj. Ahí puedes sacar los permisos que necesites y de paso recomponer un poco los materiales necesarios. El muestrario de moscas ya te orienta un poco sobre con qué pescar en ese sector. Quien más quien menos compró algo. Fruto de ese ataque de histeria pescadora (compras compulsivas) y de la simpatía del propietario, nos fuimos con una bonita caja de madera, obsequio de la casa, bueno, y con otro chupito de «antibiótico» (menos mal que no conducía).
Finalmente decidimos ir al río a practicar eso de la pesca a mosca… Por favor, que rápido ve pasar uno las horas cuando ve toda esa agua limpia y esos peces danzando en ella gritando de forma provocadora ¿que no vieneeees?.
Zona elegida, la zona intermedia. Nos avisaron que ese sector tiene peces de cierto tamaño. Mienten como bellacos, ese sector tiene peces ¡¡de tamaño cierto, muy cierto!!. Ya desde el puente y una vez acostumbrada la vista a las aguas claras, pudimos empezar a observar algunos de estos grandes ejemplares apostados en sus zonas de caza. Grandes arco-iris, tímalos ( en este tramo no vimos muy grandes). por un momento pensé que empezaba a llover pero no, era la baba que caía al río de mis amigos de andanzas. Tuve que agitarlos – más bien poco, he de ser sincero – para que empezaran con el consabido ritual de equiparse. A Blaz le pedimos si nos podía sacar una de esas «cosas negras con aletas». La primera no se dejó, pero la segunda entro, y con ello, también me entró una taquicardia del demonio, menos mal que no la clavé yo porqué todavía no habría vuelto… Un enorme torpedo que dio una gran pelea. Solo la experiencia de pescar esos peces con cierta asiduidad consigue que te serenes y trabajes bien el ejemplar. Finalmente tubo que sucumbir a la serenidad y, finalmente, pudimos acariciar a ese majestuoso pez. Más tarde siguió otro…
Después de comer algo ligero nos dirigimos a otro sector. En esta ocasión el objetivo era prender tímalos, aunque también albergamos la esperanza de ver a los huchos, aunque en esta época no era viable tentarlos. La zona no decepciono en absoluto. Cientos de estos hermosos peces mosqueando como locos. Finalmente tuve «mi ratito». Algunos decidieron hacerme feliz, algo que agradezco de todo corazón ya que la lluvia hizo acto de presencia, sus picadas eran una más que bonita recompensa, merecía la pena empaparse la espalda. Peces peculiares estos tímalos. Su forma de picar hay que entenderla un poco, pero cuando le coges el truquillo… es cuando te toca marchar (mecagüento que rápido pasa el tiempo). En fin, un sereno hermoso, un buen y entrañable recuerdo que voy a almacenar en el rincón del cerebro reservado para temas pesquiles. De mayor voy a ser todavía más insoportable con mis historietas.
El viaje de vuelta, una vez más en el tren, fue mágico, entrañable. Los primeros minutos de intercambio de experiencias con un fondo musical más bien poco pescador (un rapero en sloveno…) y comentarios sobre la noticia del día en España, la abdicación del Rey. Finalmente, música en off, mentes al cielo en semi-off y a esperar el pitido de llegada a la estación, un no deseado «on». Una vez en la cama me dije a mi mismo «vas a volver, palabrita de Tito Ferrán».
Y aquí estoy, ahorrando para volver a Eslovenia, para volver a «sentir Eslovenia» que es la frase fuerza que utilizan los de turismo de allá.
Un saludo y buena pesca,
Autor: Ferran Llargués
Más información en:
http://www.slovenia.info/es/Pesca.htm?ribolov=0&lng=7
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Idrija; río de grandes truchas
Eslovenia encara es un paradis, pero imaginat com era als anys 90 i 92. Les aigues dels rius eren turquesa super transparents i les pedres de la llera no tenien ni una sola alga. Els timals de 40 cmt i més. Era com el Carib en versió riu. Tot i els anys passats no he olbridat aquells dies de pesca.