Llevo muchos años subiendo a Andorra.Las primeras veces con la familia hace ya muchos, muchos años. Recuerdo perfectamente como aprovechábamos para hacer las típicas compras de la época; que si la casa del Queso, que si comprar mantequilla, azúcar… y el consabido tabaco. Mi padre en esos tiempos era un ferviente y devoto comprador de Ducados, Rex y puritos varios. Por fortuna, dejó el vicio hace ya muchos años. Pero también recuerdo con cariño como casi de escondidas nos lo montábamos para ir a mirar tiendas de pesca. Mi madre, con una leve sonrisa daba su consentimiento para esa incursión. En una de esas visitas mi padre decidió cometer uno de sus grandes errores, comprar una caña de mosca. Era y es, ya que todavía la conservo, una shakespeare, junto a un carrete, una línea y media docena de moscas.

La caña la montamos, atamos, por decirlo de alguna forma, un bajo, prendimos una mosca y aporreamos el agua del embalse que hay cerca de nuestra zona de veraniego. Lo que sufrimos para conseguir que ese bajo se posara en el agua. No fue hasta la tercera o cuarta vez que prendimos nuestro primer pez, un cacho, bueno, el cacho decidió tomar la mosca creo que afectado por el calor. Después siguieron un montón de sesiones sin ser capaces de coger ningún pez, a la vez que frustrados por no saber como lanzar esa línea pesada de plástico. Lo que sucedió después y de cómo entré en la pesca con mosca ya os lo contaré en otro momento.

Hoy quería explicaros que después de visitar decenas de veces el Principado de Andorra para practicar esquí, senderismo, ocio, por fin el viaje ha sido para ir de pesca. No son las mejores fechas, los destinos que me apetecían ya estaban cerrados. Adiós a una sesión de excursión a zonas altas, a los lagos o algún río de zona de cabecera. En esta ocasión solo podíamos optar a probar un intensivo. Así que mis primeros lances serían en el río Valira.

Entre pisos, polígonos industriales, hirviendo de actividad humana encontramos un río trasparente, bravo, lejos de la imagen de antaño. Con que facilidad llegamos a evadirnos los pescadores. Es estar metido en el agua, escudriñar el río en busca de algo de actividad para automáticamente olvidar el resto del mundo, el bullicio que había encima de nuestras cabezas.

La jornada ya prodigaba peces. Rápidamente Pere y Agustí empezaron a sacar truchas a ninfa. Yo seguí en plan señor erre que erre con la seca con la ilusión de ver subir alguna hasta que de forma repentina vimos subir el agua, no más allá de un palmo, pero era un efecto que me jorobaba mis ilusiones «sequeras». Pere me dijo «Tito pon el tandem ya o te arreo» así que ante tal perspectiva y conocedor de la palabra de Pere decidí poner el tandem. Resultado del cambio, primer lance trucha. Y esa fue la tónica. Sacamos numerosos ejemplares dado que, como indico, hablamos de una zona muy repoblada. Aún y así conseguimos engañar a algunas criadas o desarrolladas en el río.

Fue una jornada muy agradable, muy distendida donde además pudimos saludar a miembros de la Penya la Truita (presi y algún miembro fundador). Ha sido un primer contacto pesquil en el Principado, el cual tendrá continuidad. Para el próximo año tenemos previstas hacer diversas incursiones por el territorio para mojar la mosca en esas aguas que sabemos están muy bien de peces.

Un saludo y buena pesca,

Autor: Ferran Llargués