La magia de la naturaleza intacta.
Esa sensación inconfundible que te invade al pisar un territorio donde el ser humano apenas ha dejado huella es indescriptible. Expectación y tranquilidad se mezclaron en esos diez días recorriendo los confines de Laponia, principalmente en Noruega. Allí, el tiempo parece detenerse, y los paisajes se despliegan como un vasto manto de naturaleza virgen.
Nuestra misión era clara: pescar, pero no solo eso. Queríamos explorar, descubrir lagos anónimos y vivir cada segundo con intensidad. Sin guías, sin caminos trazados. Sabíamos que la región estaba llena de lagos, no sabíamos lo que nos aguardaba más allá de los mapas. No sabíamos qué especies podía albergar en cada uno de ellos, o sencillamente si habría peces. Todo este cúmulo de incertidumbres hacía que las emociones estuvieran a flor de piel.
Descubriendo lagos sin nombre en Noruega y Finlandia
Sabías que Noruega tiene más de 450,000 lagos y Finlandia no se queda atrás, con más de 56,000 de más de una hectárea de superficie? Durante nuestros días de pesca, nos perdimos en la inmensidad de esos números. Pescamos en lugares que ni siquiera tenían nombre, o no lo supimos encontrar. No sabes por dónde empezar algo que lejos de estresarnos nos producía una enorme calma.
Nos adentramos en zonas pantanosas, siguiendo senderos invisibles o confiando en que nuestro sentido de orientación nos llevaría a algún lago lleno de peces. Muchos de esos lugares parecen haberse mantenido en secreto durante siglos, sin señales de presencia humana, como si fueran refugios para peces que nunca han visto un anzuelo. En los accesos de todas las zonas de pesca que anduvimos, los arándanos nos rodeaban, también alguna mora ártica. Creo que nunca he comido tantos arándanos, un sustento genial para esas largas jornadas de pesca.
Lucios: Los depredadores del agua dulce
Uno de los momentos más emocionantes fue nuestro encuentro con los lucios. Habíamos imaginado su silueta acechante bajo la superficie, pero cuando finalmente mordieron, nos sorprendieron con su fuerza. Aunque la mayoría rondaba los 50 o 60 cm. Salieron en un número considerable, hubo uno que alcanzó los 80 cm.
Lucios (Exos Lucius) el pez que más tensó nuestras líneas en numerosos lagos, incluso en río. Abunda en Noruega y Finlandia. He conocido recientemente que les llaman «Black Eyes». Peces en general delgado, pero muy musculosos. Este ejemplar dio 80 cm de longitud
Sus embestidas y la batalla que ofrecían nos hicieron sentir cada lance. Fue un verdadero desafío, especialmente porque estábamos usando equipos ligeros, lo que aumentaba la dificultad y la emoción.
Os dejo enlace al relato y vídeo de uno de esos lances con un buen lucio «Un lucio muy territorial»
El mágico encuentro con los tímalo árticos
La verdadera magia llegó con los tímalo árticos. Desde el momento en que uno se lanzó a mi streamer, supe que sería un pez especial en ese viaje. Ver la aleta dorsal tan característica cortando el agua es una imagen que no se olvida fácilmente. Cada tímalo que atrapamos fue un espectáculo en sí mismo.
Cada pez que devolvimos al agua nos llenaba de admiración. La elegancia de estos peces contrastaba con su feroz lucha por la libertad. Pescar tímalo en ese entorno fue una experiencia única, que siempre habíamos soñado.
Enlace al relato y vídeo del saber hacer de David con los tímalos. «El hombre que susurra a los tímalos»
Pescando percas feroces
Fueron, al menos para mi, la sorpresa del viaje. El comportamiento de las percas fue otra historia. Aunque muchos piques fueron sutiles, pero apreciables, la pura agresividad posterior era sorprendente.
Pescarlas a solo dos metros de nuestros pies fue surrealista. El agua hervía de la cantidad de peces que había, y pronto nos acostumbramos a la idea de que en Laponia, todo es posible.
El reto del mar y los abadejos
Aunque nuestro enfoque fue principalmente en agua dulce, no pudimos resistir dedicar una tarde al mar. Con nuestras cañas de spinning, nos enfrentamos a un vendaval en la costa. El viento y la lluvia parecían advertirnos que no tendríamos mucho tiempo, pero en medio de esas condiciones extremas, los abadejos comenzaron a morder.
Cada captura en el mar fue un reto adicional, y la fuerza de esos peces, luchando entre las olas, nos hizo olvidar el frío y la lluvia. Fue una jornada inolvidable que se quedará grabada en nuestra memoria.
La belleza y crudeza de Laponia
Esa fue nuestra travesía por Laponia, un lugar donde los lagos sin nombre guardan secretos que solo los más aventureros pueden descubrir. Cada día fue una lección, donde la naturaleza nos mostró su belleza, aunque también nos advirtió que ahí las cosas también pueden ser muy duras.
Volvimos a casa con muchas historias, pero con la sensación de que Laponia todavía guarda mucho más. Hay lagos que esperan ser descubiertos. Tramos de ríos lejanos y peces que nunca han visto un anzuelo. Aventuras que aguardan a aquellos que estén dispuestos a ir más allá del sendero marcado.
Autor: Ferran Llargués