Hace unas semanas que he llegado de un viaje de 10 días por tierras nórdicas. He dicho llegado pero pensar en modo físico, en modo mental sigo ahí…
Durante tres días nos acompañó un buen amigo, David Gambarte, al cual, desde este viaje lo he bautizado como «El hombre que susurra a los tímalos».
David es ante todo un pescador tranquilo, sosegado y con una gran capacidad de observación. Mientras nosotros lanzamos con entusiasmo, intentando atraer algún tímalo, él simplemente observa el agua, como si estuviera conversando con el río. No necesita más de unos minutos para detectar el primer pez. Y luego otro. Y otro más. «Es que les susurra», decimos en broma, pero todos sabemos que hay algo en su forma de leer el río que va más allá de lo que los demás podemos ver.
Nosotros sólo notamos el fluir del agua. Pero David… él ve esos pequeños círculos en la superficie, esas cebadas minúsculas que delatan la presencia de los peces. “¡Ahí!”, dice, señalando apenas con el dedo una ondulación casi invisible. Os juro que aún siendo consciente que tengo presbicia y algo de astigmatismo, nunca me había sucedido no ver una cebada tras otra… .Y David ya está lanzando su línea en el aire a la búsqueda del pez que ha detectado.
Recuerdo cómo uno de esos días, todos habíamos probado suerte en una misma corriente. Mientras cambiábamos moscas y ajustábamos líneas, David se mantenía quieto, con la mirada clavada en la superficie, casi dirías sin mucho estrés por pescar, lo dicho, es un hombre tranquilo. De pronto, lanzó justo donde debía. No hubo un tirón evidente, apenas una leve ondulación en el agua. Pero David ya lo sabía. Un toque rápido de muñeca y… ¡tímalo en sus manos! Era como si estuviera hablando con ellos. Y así uno tras otro…
«Es cuestión de paciencia y de mirar bien», nos dijo, con esa sonrisa algo socarrona que no voy a tener en consideración, por ahora…
Ese día nos quedamos viendo cómo una y otra vez lograba lo que a nosotros nos costaba sudores ver. Los tímalos, que escondían sus cebadas a nuestros ojos, parecían rendirse ante el hombre que les susurraba. Afortunadamente, nos dejó captar algunos de esos momentos en video. Y también nos dejó pescar algunos indicando cual guía de pesca «tira ahí, tira allá, tira más allá…» su sonrisa de bondad – sí, tuvo sus momentos malévolos… -al ver que nos subían también a nuestras artificiales, son momentos que nos quedarán para el recuerdo.
Os dejo un pequeño vídeo de David trabajando varios tímalos árticos, que dicho sea de paso, cómo tiran…!!!