Hay días que me siento en el sofá y miro esos archivos o esas fotos en papel. Suelen salir sonrisas, pero en ocasiones se escurren lágrimas por la mejilla. Ver las fotos me oxigena la memoria. Son un hermoso diario digital.
Hacer fotografías para capturar un momento de nuestra vida. Instantes de nuestro tránsito por este planeta que quedan congelados en un archivo digital. Lejos quedan esas fotografías impresas en un abanico de matices de blanco y negro. Fotos muchas veces desenfocadas, mal encuadradas, pero todas cargadas de emociones. Anhelábamos el mismo objetivo, tener a nuestro alcance esos recuerdos.
Esta entrada la escribo pensando en todos aquellos que están sufriendo el mal de la memoria, para ellos y sus familiares. Hoy he sabido de otro caso. Deseo fervientemente que la ciencia, la investigación logre abatir el gran mal de la memoria, el alzheimer. Que todos aquellos que la sufren y que su entorno puedan liberarse de esa tortura.
Esta fotografía de Pirineos ya forma parte de mi memoria digital.
Muy bien expresado el escrito. Yo soy una de las personas que a veces me siento a mirar mis «viejos» albunes de fotos y voy digitalizando las que más recuerdos me traen. Y rezo, para que el Alzheimer pase de largo. Tengo un conocido con esta enfermedad, y ya no me reconoce. Lo peor. Sonríe a sus hijos, pero sin conocerlos.
Es tremendo para la familia, y por desgracia para quien la sufre. Gracias por comentar